Ésta experiencia de luto, dolor y cuarentena universal nos ha obligado a replantearnos varios aspectos que formaban parte de nuestra “cultura cristiana” especialmente la que tiene que ver con los templos o lugares de culto. Crecimos equivocadamente denominando “iglesia” a los edificios y construcciones y de repente con el tiempo muchos olvidaron que “nosotros somos la iglesia”
Éste desenfoque condujo a muchos líderes a darle más valor a los edificios que a las personas y a cuidar más los aspectos materiales de la Iglesia que a las personas. He sido testigo y conozco historias de algunos mal llamados “pastores” que expulsaron un día sus rebaños para apoderarse de las propiedades y lugares del culto, sin tener ningún remordimiento. Hoy para bien de muchos de nosotros en el final de los tiempos, Dios permitió no la destrucción de nuestros templos o lugares de culto, sino la destrucción de muchos de nuestros añejos conceptos de cultura cristiana y está emergiendo la verdad indiscutible de que “la iglesia somos nosotros” y que para adorar a Dios no se requiere estar en Jerusalén o en Samaria, o en algún lugar determinado, sino que los verdaderos adoradores, adoraremos a Dios en Espíritu y en verdad.
Pero en ésta nueva dinámica universal Dios también nos ha recordado los deberes que tenemos como padres respecto a la adoración al Señor en la familia, que muchos padres descuidaron irresponsablemente delante de Dios. Se ignoraron negligentemente mandamientos muy claros que nos ordena Dios, como son:
“Instruye al al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” (Pr. 22:6).
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” (Dt 6:6-9)
“Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre,
Y no dejes la enseñanza de tu madre;
Átalos siempre en tu corazón,
Enlázalos a tu cuello.
Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán;
Hablarán contigo cuando despiertes.
Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz,
Y camino de vida las reprensiones que te instruyen.”
(Prov 6:20-23
“Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Jn 2:20-24)
Adorar es postrarse ante Dios y es una expresión de amor y respeto ante Él. Es dar obediencia completa al Señor. Es orar, reverenciar, y es la aceptación de Dios como “objeto de adoración”. Es el acto de estar ante Su Majestad, El Rey del universo. Un adorador es un piadoso y devoto, y es la adoración a Dios que nos conduce a la piedad y devoción y es la falta de adoración o nuestra negación de adorar a Dios, que hace al hombre impío, y lo conduce a la impiedad, hasta hacerlo vivir impíamente.
La adoración sigue siendo una especie de misterio. Puede ser planificada pero no programada; puede tener lugar entre cientos que se congregan o donde hay solamente dos o tres congregados. Es por causa de Dios y por su maravillosa obra que tenemos el deseo de adorarle. Por esta razón nosotros los Pastores no debemos sentirnos mal o inseguros porque “la iglesia en la casa” está funcionando mientras nuestros templos están cerrados.
Israel estuvo cuatrocientos treinta años en una atmósfera de cautiverio y opresión, humillación e injusticia, allí su vida era dolor, esclavitud y muerte, no tenían ninguna esperanza. Ellos desconocían otro tipo de vida, hasta que Dios se le reveló a Moisés. (Éxodo 3:18) La única forma que aquello iba a cambiar era que ellos fueran libertados de esa condición y salieran de esa atmósfera de terror y muerte y decidieran servir a Dios.
Alabar es celebrar, glorificar, cantar y la expresión más usada es «Aleluya» una expresión hebrea de «alabanza» a Dios que se ha incorporado a casi todos los idiomas del mundo. Alabanza es agradecer: es la expresión de gratitud y reconocimiento por todo lo recibido. Es ofrecer sacrificio u ofrenda a Dios.
La oración, la alabanza y la adoración pertenecen a la atmósfera espiritual, donde Dios habita. Vamos a decir que nosotros necesitamos la atmósfera terrestre, para poder vivir en esta tierra. Esa atmósfera terrestre, se compone esencialmente, de oxígeno, nitrógeno y dióxido de carbono. El oxigeno lo necesitamos para respirar, el nitrógeno es una capa protectora que impide que caigan a la tierra, meteoritos, estrellas y también desechos planetarios. El dióxido de carbono lo necesitan las plantas para vivir. Sin el reino vegetal no existe el reino animal, y ninguno de estos reinos existirían sin el reino acuífero o acuático. La atmósfera de los peces, es acuática, ahora la atmósfera del alma es espiritual: oración, alabanza y adoración.
El ser humano fue creado para vivir y respirar en una atmósfera espiritual de oración, adoración y alabanza a su Creador. La vía a través de la cual se recibe el poder divino debe ser preservada con el fluir de gozosas alabanzas que se elevan hacia su hacedor. La ruptura del vínculo bendición-obediencia provocada por el pecado silenció la alabanza del ser humano hacia Dios e introdujo el egoísmo, los sentimientos de autocompasión y queja (véase Gn 3.9-12). Pero ahora ha llegado la salvación y la vida en Cristo, y ahora al haber recibido a Jesucristo como Salvador, la vida cotidiana nos llama a orar y oír la palabra de Dios para comunión y sabiduría. Pero nuestro diario camino a Dios en esa comunión debe estar recubierto de alabanza: «Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanzas» (Sal 100.4). Tal senda plena de alabanza alimentará nuestra devoción, fiel a la obediencia y al gozo constante en el servicio al Señor, que no se limita a la liturgia dentro de los lugares de culto, sino que se experimenta en la vivencia diaria y en un andar en santidad, devoción y adoración al Señor.
Pastor J Omar Tejeiro R.
Para Herramientas de Enfoque Bíblico.
De: Junta de Oficiales AMIP
Para: Juntas Directivas, Supervisores, Presbíteros, Cuerpo Pastoral AMIP y Filiales
DE LAS MEDIDAS NECESARIAS A APLICAR:
DEL PROCESO DE REAPERTURA Y COLABORACIÓN ENTRE TODOS LOS SEGMENTOS DE LA SOCIEDAD QUE INCLUYE A LA IGLESIA Y NO LA EXCLUYE:
“Es relevante recalcar que el proceso de reapertura incorporará una colaboración entre todos los segmentos de la sociedad y establece una nueva norma social y de trabajo con una duración estimada entre 18-24 meses. Mientras no existan tratamientos efectivos o una vacuna para la prevención del COVID-19, la nueva norma social y de trabajo incluirá distanciamiento físico, lo cual tendrá un impacto en nuestro diario vivir y manera de llevar a cabo las actividades sociales, educativas y económicas.”
El objetivo principal de esta guía es ofrecer una serie de consejos y pautas que puedan ayudar a cada iglesia a tomar las decisiones y medidas preventivas que ayuden a minimizar al máximo los riegos de infección y contagio del COVID-19.
Deseamos que cada pastor y cada asistente a la iglesia estén plenamente informados, comprometidos y empoderados para ajustarse a esta nueva norma que es la vida con el COVID-19.
Podemos estar totalmente seguros que Dios tiene un plan hoy y que todo lo que sucede en el mundo es parte de un gran propósito, como dice Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
Cuando enfrentamos el dolor, todos de alguna forma, corremos el riesgo de ser superados y quebrantados por el sufrimiento. Leemos en Job 2:11-13 “Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarle. Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo. Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.”
La tragedia que arruinó la felicidad de Job le hizo enmudecer. Durante siete días y siete noches permaneció callado, sentado en tierra en medio de cenizas. Los amigos que habían ido a consolarle, viéndole de lejos, no le conocieron, y espantados ante tamaño dolor, no fueron capaces de hablar palabra alguna. Terminado este tiempo Job habló. Rotas las compuertas de su alma prorrumpió en un discurso de amargura singular. Comenzó así:
«Perezca el día en que yo nací, Y la noche en que se dijo: Varón es concebido. Sea aquel día sombrío, Y no cuide de él Dios desde arriba, Ni claridad sobre él resplandezca. (…) ¡Oh, que fuera aquella noche solitaria, Que no viniera canción alguna en ella!» Maldíganla los que maldicen el día, Los que se aprestan para despertar a Leviatán. Oscurézcanse las estrellas de su alba; Espere la luz, y no venga, Ni vea los párpados de la mañana; Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, Ni escondió de mis ojos la miseria. ¿Por qué no morí yo en la matriz, O expiré al salir del vientre? (Job 3:3–4, 7-11)
Santiago 5:13-20
Nadie sabe cuando vendrán los días de aflicción en la vida, aunque todos sabemos que ellos vendrán. Dios nos muestra por medio de Santiago al menos seis estrategias divinas en tiempo de aflicción.
1. La primera estrategia es Orar Con Fe.
2. La Segunda estrategia es Alabar a Dios.
3. La Tercera estrategia es Dependencia del Espíritu Santo.
4. La Cuarta Estrategia es la Confesión Sincera.
5. La Quinta Estrategia es Interceder Por Los Demás.
6. La Sexta Estrategia Es Restaurar y Salvar al Pecador.
Podemos ver que en las crisis de la humanidad Dios ha contado con su pueblo y muy especialmente con individuos y personas de fe, las cuales pueden discernir y entender los tratos de Dios con su creación. Todo esfuerzo de Dios está encaminado a salvar las almas y todos sus intentos buscan reconciliar a sus hijos rebeldes, para llevarlos de regreso a casa.
“Tú, pues, hijo de hombre, dí a la casa de Israel: Vosotros habéis hablado así, diciendo: Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros, y a causa de ellos somos consumidos; ¿cómo, pues, viviremos? Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?" (Ezequiel 33:10-11)
Santiago nos anima en la hora de la aflicción a orar, como única alternativa. ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. (St 5:13) y Es que sucede comúnmente que en la aflicción experimentamos una total pérdida del control y nos convertimos angustiosamente y sin quererlo en naves azotadas del viento. La oración nos ayuda a entregar el control de nuestras vidas a Dios, y nos otorga confianza frente a la prueba y al dolor.
Cuando oramos aceptamos nuestras pérdidas y fracasos humanos y reconocemos nuestras insuficiencias y deficiencias. Ese acto de humildad y Fe hacia Dios atrae a Dios hacia nosotros y nos eleva de las circunstancias y angustias de la vida, a todas las posibilidades de Dios que son eternas.
Puede parecer contradictorio que los momentos de prueba y aflicción para el mundo, son oportunidades de liberación y de justicia para el pueblo de Dios. Podemos verlo así en el juicio del diluvio universal en los días de Noé a quien Dios preparó y usó junto a su familia, para preservación de la raza humana. La humanidad entera pereció bajo las aguas, mientras Dios se glorificó en sus elegidos.
Dios jamás a ha actuado ni actuará con injusticia y nunca ha tenido al culpable por inocente, ni ha abandonado jamás a sus escogidos, de eso podemos estar totalmente seguros. (Números 14:18; Ezequiel 18:20)
Para enfrentar la enfermedad o las plagas o la aflicción y al adversario, debemos estar protegidos “bajo la sangre del cordero” o “bajo la unción del Espíritu de Dios” La Iglesia del Señor ha perdido el aceite, es decir ha dejado de moverse bajo “la unción del Espíritu Santo” y cuál es la razón de ésta tragedia en la Iglesia Cristiana?
Cuando el Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, dicen las Escrituras que “le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová” (16:14). La casa espiritual de Saúl quedó desocupada al mudarse el Espíritu Santo. Él se quedó sin unción. La unción De la Iglesia y de todo ministerio es la presencia del Espíritu Santo.
Cuando se pierde la unción, también se pierde la autoridad espiritual. Aun los que servían a Saúl se dieron cuenta del ataque demoníaco sobre su vida. Por eso decían: “He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta” (16:15). Cuando se opera fuera de la unción, los que están cerca de nosotros se dan cuenta. La desobediencia a la Palabra de Dios y la falta de sometimiento a su voluntad, hace al creyente indefenso a los ataques del maligno. Saúl sin el Espíritu Santo era víctima de un espíritu malo.
Sus criados entonces le recomiendan:
“Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio" (16:16).
No podemos ser restaurados y sanados por sino humillamos nuestro corazón y actuamos con humildad entre nosotros. El orgullo, la ira, el resentimiento y el odio han enfermado a la iglesia y ha producido muerte espiritual y física a tal extremo que es difícil hallar cristianos hoy que pidan perdón a los demás después de ofenderles, prefieren mudarse de congregación o ciudad antes que pedir perdón. Hoy los hijos deshonran vergonzantemente a sus padres y se rebelan contra ellos y nunca les piden perdón porque piensan que eso no es un pecado grave.
Esa es la razón por la cual tenemos una generación extraviada y rebelde en el mundo alejada de Dios y de todo lo bueno, habiendo sido conocedores de la Biblia. Muchos que fueron creyentes consagrados, hoy viven en fornicación, adulterio, homosexualidad. Otros se han hecho ladrones, asesinos, pandilleros, estafadores, etc. y no abandonan su pecado porque no quieren pedir perdón a Dios y a las personas que han ofendido.
La restauración y sanidad comienza para todos, sin excepción cuando estamos dispuestos a confesar nuestras ofensas, a pedir perdón y a perdonar humildemente y sin corazón vengativo y rencoroso.
Todo aquél que ora por los demás es un intercesor y todo intercesor es un siervo verdadero de Dios. No se puede orar por los demás sino los amamos y no podemos amar a otros si tenemos prejuicios o resentimiento hacia ellos. Creo que Dios nos está llamando hoy verdaderamente a ser sus siervos fieles. Dios usó la aflicción en la vida de Job para trasformarlo totalmente. Después de quedar en la absoluta pobreza, el conoció la soledad y el abandono de su familia y de sus amigos. Fue injustamente acusado por las personas que amaba, padeció los terrores del insomnio y fue objeto de un ataque cruel del adversario. En el epílogo de la prueba Job decide rendirse a la voluntad perfecta de Dios y el Señor ordena entonces a su siervo, orar por sus amigos que actuaron mal con él. El texto sagrado dice así:
“Mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job. Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo; y Jehová aceptó la oración de Job.” (Job 42:8-9)
Es posterior a la Oración de Job por sus amigos que leemos lo siguiente:
“Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job. Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro. Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero.” (Job 42:10-12)
Muchos pecadores endurecidos a causa de su maldad, son ablandados por el dolor y el sufrimiento, sus corazones son quebrantados y su resistencia desaparece. El momento de la prueba es en realidad la oportunidad de Dios y de la Iglesia para hacer volver al pecador de su error.
Estos días de sufrimiento son tal vez los últimos días de oportunidad para que el mundo escuche el evangelio, y es también nuestra gran oportunidad de proclamar y trabajar por la salvación de sus almas. Esta es la hora de “los Elías de Dios” porque los cielos están cerrados a causa del pecado, pero se abrirán para muchos por “causa de nuestra predicación” la iglesia tiene la llave, la autoridad y el poder que ha recibido de parte del Señor para trabajar por la salvación de éste mundo. Mientras estemos aquí en la tierra, estamos bajo la potestad de Jesús y de su Espíritu Santo y Dios cuenta con nosotros sus siervos.
Santa Cruz Bolivia - Abril 26 de 2020
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La comodidad nos produce conformismo y no nos deja crecer, pero Dios usa las dificultades y problemas que nos movilizan, nos desafían a luchar y nos conducen al crecimiento y a la madurez.
Decir y oír: me hablaron de Dios y eso me cambió la vida, es un testimonio que nos transmite gozo. Escuchar decir: Dios me habló. Eso nos impacta y nos asombra. Pero que alguien nos diga: “y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.” (Ex 24:10) Eso nos mueve de nuestra comodidad y nos desafía a buscar su rostro y a subir al monte para buscar su presencia, para perseverar sin desmayar en la búsqueda de su poder y su gloria. Yo quiero más y más y más de su presencia. #SedientosdeSugloria
Primero porque Dios envió a su propio hijo, como mensajero. Segundo porque Jesucristo como mensajero hizo obras extraordinarias y tercero porque nos compró de una manera gloriosa y extraordinaria, con su sangre.
Jesús no hizo su labor solo, él fue ayudado por aquellos que respondieron a su llamado. Ellos imitaron a Jesús y los poderes malos también se sujetaron a ellos. Lucas 10:17-20 Hechos 5:12-16. Hebreos 13:8.
Nos compromete ante Dios y la humanidad Ezequiel 3:16-21 y nos compromete en la entrega y la predicación de este mensaje, por eso dile a la gente que:
Hay un mensaje de Dios para ellos. Juan 3:1-21
Que El pecado impide su progreso. Proverbios 28:13
Que Jesús murió, resucitó y vive hoy. 1 Corintios 15:5-8.
Que Hay gracia y favor de Dios Hoy. 1 Cor. 15:9-10.
Que La muerte no es el fin de todo. 1 Cor 15:12-23, 35-49
Que Jesús viene de nuevo. Hechos 1:11, 1 Cor. 15:23, 25.
Que habrá un último día. 1 Cor. 15:24-28, 50.